Putita golosa: por un feminismo del goce by Luciana Peker

Putita golosa: por un feminismo del goce by Luciana Peker

autor:Luciana Peker [Peker, Luciana]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Ciencias sociales
editor: ePubLibre
publicado: 2018-05-13T00:00:00+00:00


El sexo y sus cincuenta sombras

«Estoy perdidamente enamorado de vos» es una de las frases con las que los varones cortejan a las mujeres porque el amor es el único momento donde las mujeres tienen la ilusión de que dominan al hombre. Antes existían papeles claramente definidos para hombres y mujeres. Frente al reclamo de igualdad del feminismo nos quedamos sin el ritual de adoración y compromiso de varones hacía las mujeres y de mujeres hacía los varones. Entramos a una modernidad con falta de certezas donde la incertidumbre está en juego permanentemente. En «Cincuenta Sombras de Grey» está claro qué hacen las mujeres y qué hacen los varones. Christian y Anastasia tienen una relación masoquista placentera en donde hay placer y certeza. La igualdad no es placentera porque no hay certeza de cómo establecemos esa igualdad —analiza Eva Illouz en Erotismo de autoayuda, Cincuenta sombras de Grey y el nuevo orden romántico.

La historiadora Karina Felitti califica a Cincuenta sombras de Grey como porno para mamis. Y cuestiona a quienes lo cuestionan: «¿Por eso lo voy a descalificar?». «¿Qué sucede cuando las mujeres deseamos incorrecto?», interpela Carolina Spataro, investigadora del CONICET. «¿Qué sucede cuando el deseo se dirige a un objeto/práctica/sujeto que no es calificado como progresista? ¿Qué sucede cuando Cincuenta sombras de Grey, la novela erótica de E. L. James, calificada en ciertos núcleos como reproductora de la subordinación de las mujeres, se convierte en un éxito mundial? ¿Las millones de mujeres que gozan en el mundo con su lectura acaso son por ello cómplices del patriarcado? Tal vez no. La configuración de feminidades no ocurre solo como emancipación o subordinación. El vínculo con la cultura de masas habilita otros procesos más allá de la reproducción de la cultura sexista o su denuncia; procesos que las mujeres experimentan como placer, interrogación, juegos identitarios, procesamientos de emociones y sentidos de emancipación. Aunque, claro, no en los términos que ciertos discursos de lo políticamente correcto instauran como legítimos».

«El peligro no está en la preferencia sino en subestimar a las mujeres, incluso a las lectoras de Cincuenta sombras de Grey. En el siglo XIX se decía que la lectura de Madame Bovary fomentaba la infidelidad femenina, y ahora se dijo que Cincuenta sombras incitaba la violencia de género. El arte puede incidir en la realidad, pero no de manera tan lineal. Hablar de violencia de género desde las prácticas sadomaso que describe Cincuenta sombras es, por un lado, una falta de respeto a las víctimas de este tipo de violencia y, por otro lado, ser bastante pacato», diferenció la escritora Marina Mariasch en la nota «Fantasías animadas», de Las/12, de Página/12.

«Se dijo, con prejuicio, que las mujeres lo leían para compensar la falta de sexo que tenían en sus matrimonios, que la novela cristaliza los deseos de dominación que tienen las mujeres por el poder en la figura del frío millonario Christian Grey. Más allá de que el deseo es un complejo indescifrable, cada uno y una puede hacer lo que quiera con su cuerpo.



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